La liquidación de gananciales es el proceso por el que se reparten los bienes y las deudas que han adquirido los cónyuges durante el matrimonio, cuando este se disuelve por divorcio o separación. Uno de los bienes más importantes y conflictivos suele ser la vivienda familiar, que puede tener un gran valor económico y afectivo para las partes. En este artículo te explicamos cómo se realiza la liquidación de gananciales, qué criterios se aplican para el uso de la vivienda familiar y qué opciones tienes si quieres quedarte con ella o venderla.
¿Qué es el régimen de gananciales?
El régimen de gananciales es uno de los posibles regímenes económicos matrimoniales que existen en España, junto con el de separación de bienes y el de participación. Se trata del régimen legal supletorio, es decir, el que se aplica por defecto si los cónyuges no han pactado otro diferente en las capitulaciones matrimoniales.
El régimen de gananciales se basa en la idea de que los cónyuges contribuyen al sostenimiento de las cargas del matrimonio con sus ingresos y su trabajo, y que por tanto tienen derecho a participar por mitad en los beneficios obtenidos. Así, se distinguen dos tipos de bienes:
- Los bienes privativos, que son los que pertenecen a cada cónyuge antes del matrimonio o los que adquieren después por herencia, donación o con dinero privativo. Estos bienes no se reparten en la liquidación de gananciales, sino que siguen siendo propiedad de su titular.
- Los bienes gananciales, que son los que se adquieren por cualquiera de los cónyuges durante el matrimonio a título oneroso (es decir, no gratuito), como por ejemplo el salario, los rendimientos de los bienes privativos, los frutos y productos de los bienes gananciales, etc. Estos bienes se reparten por mitad en la liquidación de gananciales, salvo que se haya pactado otra cosa.
¿Cómo se realiza la liquidación de gananciales?
La liquidación de gananciales se puede realizar de forma amistosa o contenciosa, según haya o no acuerdo entre los cónyuges. En ambos casos, el procedimiento se compone de cuatro fases:
- La formación del inventario, que consiste en identificar y valorar todos los bienes y las deudas que forman parte de la sociedad de gananciales. Se pueden incluir los bienes que se hayan enajenado o consumido durante el año anterior a la disolución del matrimonio, si se prueba que se hizo con intención de perjudicar al otro cónyuge.
- La liquidación de las deudas, que consiste en pagar o compensar las obligaciones que tenga la sociedad de gananciales con terceros o con los cónyuges. Se pueden pagar con dinero o con bienes gananciales, y si no hay suficiente, se responderá con los bienes privativos de cada cónyuge en proporción a su participación en las ganancias.
- La división del haber común, que consiste en calcular el saldo positivo que queda una vez pagadas las deudas, y repartirlo por mitad entre los cónyuges. Se puede hacer mediante la adjudicación de bienes concretos o mediante la compensación en dinero o en otros bienes.
- La adjudicación de los bienes, que consiste en asignar a cada cónyuge los bienes que le corresponden según la división del haber común. Se debe tener en cuenta el valor de los bienes, las cargas que puedan tener, la facilidad de división, el interés de los hijos, etc.
¿Qué ocurre con la vivienda familiar en la liquidación de gananciales?
La vivienda familiar es el inmueble que ha servido de residencia habitual a los cónyuges y a los hijos durante el matrimonio. Puede ser un bien ganancial o un bien privativo de uno de los cónyuges, pero en ambos casos tiene una especial protección legal.
En primer lugar, hay que distinguir entre el uso y la propiedad de la vivienda familiar, que son conceptos diferentes y que pueden corresponder a personas distintas. El uso es el derecho a habitar la vivienda, mientras que la propiedad es el derecho a disponer de ella (venderla, alquilarla, hipotecarla, etc.).
El uso de la vivienda familiar se regula en el proceso de divorcio o separación, y se suele atribuir al cónyuge que se quede con la custodia de los hijos menores o dependientes, independientemente de quién sea el propietario. El uso puede ser temporal o indefinido, según lo que se acuerde o lo que decida el juez, y puede extinguirse por varias causas, como el cese de la necesidad, el matrimonio o la convivencia del beneficiario con otra persona, el acuerdo de los cónyuges, etc.
La propiedad de la vivienda familiar se regula en el proceso de liquidación de gananciales, y depende de si el inmueble es ganancial o privativo. Si es ganancial, se reparte por mitad entre los cónyuges, salvo que se haya pactado otra cosa. Si es privativo, sigue siendo del cónyuge titular, pero el otro tiene derecho a una compensación por el uso que se le haya atribuido.
¿Qué opciones tengo si quiero quedarme con la vivienda familiar o venderla?
Si quieres quedarte con la vivienda familiar, tienes que negociar con tu ex pareja para que te la adjudique en la liquidación de gananciales, a cambio de otros bienes o de una compensación económica. También tienes que tener en cuenta que si el inmueble está hipotecado, tendrás que asumir el pago de la deuda o subrogarte en ella, y que si el uso se le ha atribuido a tu ex pareja, tendrás que esperar a que se extinga ese derecho para poder disfrutar de la vivienda.
Si quieres vender la vivienda familiar, tienes que contar con el consentimiento de tu ex pareja, ya que se trata de un acto de disposición que afecta a un bien ganancial o a un bien privativo con derecho de uso. Si no hay acuerdo, tendrás que solicitar al juez que autorice la venta, alegando que es necesaria o conveniente para el interés de la familia. El juez valorará las circunstancias del caso y podrá acordar la venta, fijando las condiciones y el destino del precio.
Ventajas e inconvenientes de quedarte con la vivienda familiar
Quedarte con la vivienda familiar puede tener algunas ventajas, como por ejemplo:
- Mantener la estabilidad y el bienestar de los hijos, si los hay, al evitarles un cambio de domicilio y de entorno.
- Conservar un bien de gran valor, que puede revalorizarse con el tiempo o generar ingresos si se alquila o se cede el uso a terceros.
- Ahorrar los gastos e impuestos que supone una compraventa, como la comisión de la agencia inmobiliaria, el impuesto de transmisiones patrimoniales, el impuesto sobre el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana, etc.
Sin embargo, también puede tener algunos inconvenientes, como por ejemplo:
- Asumir el coste de la hipoteca, si la hay, y de los gastos de mantenimiento y conservación de la vivienda, como el IBI, la comunidad, el seguro, las reparaciones, etc.
- Renunciar a otros bienes o a una compensación económica que podrían resultar más útiles o rentables que la vivienda.
- Depender del consentimiento o de la colaboración del ex cónyuge para realizar cualquier acto de disposición sobre la vivienda, como venderla, alquilarla, hipotecarla, etc.
- Tener que esperar a que se extinga el derecho de uso del ex cónyuge para poder disfrutar de la vivienda o disponer de ella libremente.
Ventajas e inconvenientes de vender la vivienda familiar
Vender la vivienda familiar puede tener algunas ventajas, como por ejemplo:
- Obtener un dinero que puede servir para afrontar los gastos derivados del divorcio o separación, como la pensión de alimentos, la pensión compensatoria, el alquiler de otra vivienda, etc.
- Liquidar la hipoteca, si la hay, y liberarse de la deuda y de los intereses.
- Romper definitivamente el vínculo con el ex cónyuge y evitar posibles conflictos o problemas futuros relacionados con la vivienda.
- Empezar una nueva vida en otro lugar, sin tener que recordar constantemente el pasado.
Sin embargo, también puede tener algunos inconvenientes, como por ejemplo:
- Perder un bien de gran valor, que podría revalorizarse con el tiempo o generar ingresos si se alquila o se cede el uso a terceros.
- Pagar los gastos e impuestos que supone una compraventa, como la comisión de la agencia inmobiliaria, el impuesto de transmisiones patrimoniales, el impuesto sobre el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana, etc.
- Alterar la estabilidad y el bienestar de los hijos, si los hay, al obligarles a cambiar de domicilio y de entorno.
- Tener que buscar otra vivienda que se adapte a las necesidades y al presupuesto de cada uno.
Consejos prácticos para decidir qué hacer con la vivienda familiar
Como has visto, quedarte con la vivienda familiar o venderla tiene sus pros y sus contras, y no hay una respuesta única que valga para todos los casos. Por eso, es importante que analices tu situación personal y económica, y que tengas en cuenta los siguientes consejos:
- Intenta llegar a un acuerdo con tu ex pareja, ya que así podrás ahorrar tiempo, dinero y disgustos. Si no es posible, recurre a la mediación o al arbitraje, que son métodos alternativos de resolución de conflictos que pueden ayudarte a encontrar una solución satisfactoria para ambas partes.
- Valora la vivienda de forma objetiva, teniendo en cuenta el estado del mercado inmobiliario, las características del inmueble, las cargas que pueda tener, etc. Puedes consultar a un profesional o a una entidad tasadora para que te oriente sobre el precio real de la vivienda.
- Estudia las opciones que tienes para financiar la compra de la vivienda o para pagar la compensación al otro cónyuge, si te quedas con ella. Puedes solicitar un préstamo personal, una hipoteca, una subrogación, una novación, etc. Compara las condiciones y los intereses que te ofrecen las distintas entidades financieras y elige la que más te convenga.
- Piensa en el futuro, no solo en el presente. No te dejes llevar por el sentimentalismo o por el orgullo, y piensa en lo que te puede beneficiar o perjudicar a largo plazo. Ten en cuenta que tu situación puede cambiar con el tiempo, y que lo que hoy te parece una buena idea, mañana puede no serlo tanto.
Espero que este artículo te haya aclarado algunas dudas sobre la liquidación de gananciales y el uso de la vivienda familiar. Si necesitas más información o asesoramiento legal, te recomiendo que contactes con un abogado especializado en derecho de familia, que podrá orientarte y defender tus intereses. ¡Hasta la próxima!